sábado, octubre 09, 2010

LOS HÉROES OLVIDADOS

El día 5 de agosto se inició con la misma rutina de siempre en el yacimiento San José, situado a unos 45 kilómetros al noreste de Copiapó, capital de la desértica región de Atacama. Era mediodía y a 700 metros de profundidad un grupo de hombres trabajaba extrayendo la piedra que era transportada por pesados vehículos que entraban y salían del socavón. Nada hacía presagiar que a las 14 horas en la cota 350, la galería cedería dejando a 33 trabajadores atrapados y posiblemente muertos.

Lo que pasó enseguida es bastante incierto, ya que existe controversia entre las declaraciones de los empresarios y de las autoridades que acudieron en un primer momento a cubrir la emergencia. Lo que nadie ha hecho notar, es que pasó por la mente de los mineros que se encontraban a esa hora fuera del pique, hombres templados en el rudo trabajo de la mediana y pequeña minería, donde el peligro es una sombra que les acompaña día a día, mientras bajan a sus turnos adentrándose en las entrañas de la tierra por túneles mal iluminados y peor ventilados, donde la seguridad apenas cubre el mínimo exigido por la legislación vigente, mínimo que muchas veces es tranzado a favor del provecho económico de los empresarios, gracias a la pobre o nula supervisión de las entidades responsables.

Lo que si es un hecho notable es la reacción inmediata de ese grupo de mineros, quienes se lanzaron sin otras herramientas que sus manos y armados de picos y palas comenzaron a remover la tierra, a riesgo de sus propias vidas, en una acción desesperada por rescatar a sus compañeros atrapados por la montaña.

Lo demás es historia conocida, gradualmente las autoridades de la zona fueron haciéndose presentes, asombradas por la magnitud de la tragedia y rasgando vestiduras ante la precariedad de la faena que ellos mismos debieron preveer y sancionar en su debido tiempo.

Alertados los medios también concurrieron al lugar. Con trasmisiones en vivo, los reporteros entrevistaban a los diversos personeros que consternados expresaban su incredulidad, tal cual lo hicieron en otro tiempo los vecinos de Auschwitz en la derrotada Alemania Nazi.

Los asesores en comunicación del gobierno también hicieron lo suyo, evaluando lo provechoso que resultaba el siniestro, para demostrar la capacidad de gestionar una catástrofe de tan enormes proporciones de las máximas autoridades. Paulatinamente los hombres que trabajaban sin descanso abriéndose paso metro a metro en el oscuro socavón, fueron siendo sustituidos por la enorme maquinaria operativa de la gran minería y de los mejores expertos en rescate del país y de las naciones que también ofrecieron su ayuda.

Ahora ad portas de un auspicioso rescate, los 33 hombres atrapados son los personajes del momento. Entraron hace más de dos meses al pique siendo mineros y están prontos a salir como héroes, con un futuro promisorio en términos de compensaciones económicas millonarias y oportunidades de exposición mediática que nunca, en su precaria vida pudieron imaginar.

Los medios de comunicación hicieron lo suyo, aumentando su rating y sus ediciones, atosigando al público con informaciones obvias entregadas por emocionados conductores, el presidente dijo que la primera dama era ahora amiga de las señoras de los mineros, se creó el Campamento Esperanza, la Cruz Roja probó en vivo su capacidad operativa, carabineros mantuvo el orden, Solavarrieta ofreció llorar en cámara pero los ejecutivos del canal opinaron que no constituía novedad. El ministro Golborne se transformó en estrella, el gobierno detuvo la caída de su popularidad y empezó a contar números azules, el conflicto de la Araucanía fue relegado a tercer plano, la Marina construyó las cápsulas de rescate en sus astilleros de Asmar tapando el condoro de su incompetencia durante el tsunami, los damnificados del terremoto se hundieron en el anonimato y todo el país se mantuvo en vilo preocupado por la suerte de esos 33 compatriotas.

Es entonces el momento de preguntarnos ¿y que pasará con los otros cientos de trabajadores de la mina, que valerosamente entregaron sus infructuosos esfuerzos por rescatar a los atrapados, sin otro aliciente que no fuera la solidaridad y su ética incuestionable?... ¿quién rescata ahora a esos héroes abandonados?.

Desempleados, marcharán seguramente, a buscar el esquivo sustento para sus familias, se sumarán a otras faenas de la zona donde sus condiciones de trabajo no variarán, aunque se anuncien creaciones de subsecretarías, restructuración de organismos contralores de la minería, endurecimiento de la fiscalización y de las multas por incumplimiento de normas de seguridad etc. Los héroes olvidados, volverán a las entrañas de la tierra a rasguñar filones generosos, que harán crecer el PIB del país, pero que para ellos sólo constituyen la dura realidad de su trabajo y de su existencia.

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